La empresa familiar y la sociedad actual | Human Soul

23 enero 2018

Las familias tienen un doble papel en la economía de mercado: son a la vez las unidades elementales de consumo y las propietarias de los recursos productivos. La palabra ‘familia’ hay que entenderla en un sentido amplio. Cada vez son más frecuentes en nuestras sociedades las familias formadas por una sola pareja o un solo individuo.  En los países subdesarrollados y en las zonas rurales de los países en desarrollo es muy frecuente el autoconsumo, es decir, que las familias produzcan lo que van a consumir, alimentos, e incluso vestuario; como los productos destinados al autoconsumo no se contabilizan en las estadísticas, resultan muy engañosas a veces las comparaciones internacionales.

La empresa familiar se consolida año tras año como un activo de gran importancia para la economía. Se estima que 1,1 millones de empresas son familiares en el 89% del tejido empresarial.

Sus características arraigadas en la visión compartida por una familia empresaria convierten a este tipo de compañías en el mayor generador de empleo. Actualmente, crean el 67% del empleo privado, con un total de más de 6,58 millones de puestos de trabajo y son responsables del 57,1 del PIB del sector privado.

Su relevancia traspasa fronteras siendo las empresas familiares las organizaciones con más volumen de facturación y creación de empleo a nivel global. Se estima que en la Unión Europea, hay 17 millones de empresas que son familiares y que generan 100 millones de empleos. En otro mercado referente como Estados Unidos, este tipo de compañías ocupan el 80% del entramado empresarial y generan el 50% del empleo privado.

Muchas personas aunque no estén dedicadas, bajo ningún aspecto al tema de las empresas familiares, pero con alguna relación en el mundo de los negocios habrán tenido la oportunidad en alguna ocasión de escuchar a algún directivo de vértice quejarse de aquel momento en el que se hicieron cargo del negocio, de un negocio para el cual cuya salvación tuvieron que mandar a casa sin contemplaciones a una serie de parientes o familiares o amigos de estos, que parasitaban escandalosamente en el funcionamiento de la empresa .

Comúnmente se han señalado cifras espectaculares en la proporción de empresas familiares (controladas por familias) se hablan 96 de cada 100.

Pero el dato complementario que se da en esta demografía de la empresa familiar asigna a este tipo de empresas solo un 40% de puestos de trabajo lo cual, aunque importante tiene una clave de lectura de signo diferente: el 4% de las empresas (no familiares) ocuparían el 60% de la población, dicho en otras palabras, las empresas familiares no llegan a contarse entre las grandes, bien sea por que su propia naturaleza les impide crecer, o por que dejan de ser familiares pronto; “la familiaridad” en el segundo puesto alcanzaría solo la infancia y adolescencia de la vida de la empresa grande.

En definitiva, y en efectos prácticos, la empresa familiar estaría ausente  de las empresas grandes. La naturaleza familiar solo se da al comienzo de la vida de la empresa, pero más tarde las empresas de “desfamiliarizan” para responder a las exigencias tecnológicas o de inversiones que exigen las económicas modernas.

También en las economías más desarrolladas, y entre las empresas más importantes y antiguas hay un porcentaje notable que tiene carácter familiar.

Ante esto las empresas familiares han sido uno de los elementos de mayor eficiencia social, la acción personal de emprender que cuaja en unos de los aspectos de carácter familiar ha constituido un magnifico impulso de interpenetración y ascenso social para muchas personas.

La transformación tecnológica y los nuevos competidores disruptivos, liderados por los grandes fondos de inversión, están irrumpiendo en todos los sectores de la economía con mucha virulencia. Esto tambalea el liderazgo y la estabilidad de muchas de estas empresas familiares.

Pero el gran problema es el cambio generacional. El 45,7% están en pleno traspaso de la primera a la segunda generación. Suelen ser empresarios hechos a sí mismos que han vivido en un mundo analógico, con lo que ni entienden la revolución tecnológica que estamos viviendo ni tienen sentido de urgencia. No intuyen el gran riesgo al que se está exponiendo su organización.

Además, se pone en peligro el modelo económico y de estabilidad social, ya que la mayoría de los competidores vienen de fuera de nuestras fronteras. La única defensa posible es adaptar las empresas familiares al nuevo entorno tecnológico y digital. Así podrán competir en igualdad de condiciones de eficiencia y de oferta de valor al consumidor.

Fuente: Empresas Familiares; Dinamica, equilibrio y consolidación

Las familias tienen un doble papel en la economía de mercado: son a la vez las unidades elementales de consumo y las propietarias de los recursos productivos. La palabra ‘familia’ hay que entenderla en un sentido amplio. Cada vez son más frecuentes en nuestras sociedades las familias formadas por una sola pareja o un solo individuo.  En los países subdesarrollados y en las zonas rurales de los países en desarrollo es muy frecuente el autoconsumo, es decir, que las familias produzcan lo que van a consumir, alimentos, e incluso vestuario; como los productos destinados al autoconsumo no se contabilizan en las estadísticas, resultan muy engañosas a veces las comparaciones internacionales.

La empresa familiar se consolida año tras año como un activo de gran importancia para la economía. Se estima que 1,1 millones de empresas son familiares en el 89% del tejido empresarial.

Sus características arraigadas en la visión compartida por una familia empresaria convierten a este tipo de compañías en el mayor generador de empleo. Actualmente, crean el 67% del empleo privado, con un total de más de 6,58 millones de puestos de trabajo y son responsables del 57,1 del PIB del sector privado.

Su relevancia traspasa fronteras siendo las empresas familiares las organizaciones con más volumen de facturación y creación de empleo a nivel global. Se estima que en la Unión Europea, hay 17 millones de empresas que son familiares y que generan 100 millones de empleos. En otro mercado referente como Estados Unidos, este tipo de compañías ocupan el 80% del entramado empresarial y generan el 50% del empleo privado.

Muchas personas aunque no estén dedicadas, bajo ningún aspecto al tema de las empresas familiares, pero con alguna relación en el mundo de los negocios habrán tenido la oportunidad en alguna ocasión de escuchar a algún directivo de vértice quejarse de aquel momento en el que se hicieron cargo del negocio, de un negocio para el cual cuya salvación tuvieron que mandar a casa sin contemplaciones a una serie de parientes o familiares o amigos de estos, que parasitaban escandalosamente en el funcionamiento de la empresa .

Comúnmente se han señalado cifras espectaculares en la proporción de empresas familiares (controladas por familias) se hablan 96 de cada 100.

Pero el dato complementario que se da en esta demografía de la empresa familiar asigna a este tipo de empresas solo un 40% de puestos de trabajo lo cual, aunque importante tiene una clave de lectura de signo diferente: el 4% de las empresas (no familiares) ocuparían el 60% de la población, dicho en otras palabras, las empresas familiares no llegan a contarse entre las grandes, bien sea por que su propia naturaleza les impide crecer, o por que dejan de ser familiares pronto; “la familiaridad” en el segundo puesto alcanzaría solo la infancia y adolescencia de la vida de la empresa grande.

En definitiva, y en efectos prácticos, la empresa familiar estaría ausente  de las empresas grandes. La naturaleza familiar solo se da al comienzo de la vida de la empresa, pero más tarde las empresas de “desfamiliarizan” para responder a las exigencias tecnológicas o de inversiones que exigen las económicas modernas.

También en las economías más desarrolladas, y entre las empresas más importantes y antiguas hay un porcentaje notable que tiene carácter familiar.

Ante esto las empresas familiares han sido uno de los elementos de mayor eficiencia social, la acción personal de emprender que cuaja en unos de los aspectos de carácter familiar ha constituido un magnifico impulso de interpenetración y ascenso social para muchas personas.

La transformación tecnológica y los nuevos competidores disruptivos, liderados por los grandes fondos de inversión, están irrumpiendo en todos los sectores de la economía con mucha virulencia. Esto tambalea el liderazgo y la estabilidad de muchas de estas empresas familiares.

Pero el gran problema es el cambio generacional. El 45,7% están en pleno traspaso de la primera a la segunda generación. Suelen ser empresarios hechos a sí mismos que han vivido en un mundo analógico, con lo que ni entienden la revolución tecnológica que estamos viviendo ni tienen sentido de urgencia. No intuyen el gran riesgo al que se está exponiendo su organización.

Además, se pone en peligro el modelo económico y de estabilidad social, ya que la mayoría de los competidores vienen de fuera de nuestras fronteras. La única defensa posible es adaptar las empresas familiares al nuevo entorno tecnológico y digital. Así podrán competir en igualdad de condiciones de eficiencia y de oferta de valor al consumidor.

Fuente: Empresas Familiares; Dinamica, equilibrio y consolidación